
La experiencia de Lu
La Gatera, somos básicamente cuatro chicas las que día a día tiramos del carro, junto a algunas voluntarias que se han ido uniendo por el camino, y sin las cuales esto se nos habría venido encima pues su labor es imprescindible.
El destino quiso que una vallisoletana, una santanderina, una catalana y una madrileña (parece un chiste…) nos conociéramos siendo voluntarias en una asociación en Segovia. Las cuatro estábamos desencantadas con nuestra labor de voluntariado, empezamos queriendo ayudar, con toda la ilusión del mundo, con unas altas expectativas, queriendo cambiar el mundo, aunque sólo fuera un poquito, para los animales que cada día abandonan en nuestro país, que desgraciadamente, son demasiados. Pero nos encontramos con una asociación que abarcaba mucho más de lo que podía, que los animales no pasaban las cuarentenas pertinentes, que había muchos gatos callejeros condenados a pasar el resto de su vida en una habitación compartida con otros individuos con los que se peleaban y sin apenas atención veterinaria, porque no había forma de hacerlos salir de los huecos en los que se escondían aterrados, a pesar de que algunos llevaban años allí. Y ya al final, cuando no pudimos aguantar más, un “albergue” lleno de gatos en los pasillos viviendo en transportines o jaulas pequeñísimas porque no había más espacio. Y sucio… muy sucio, decidimos marcharnos de allí junto con otras chicas que tampoco podían soportarlo más.
Las unas a las otras nos dimos fuerza para comenzar un proyecto en común, todas teníamos la misma idea respecto a cómo se deberían gestionar las cosas y sobre todo y más importante, respecto a cómo queríamos que estuvieran nuestros animales.
Nuestro albergue ideal sería un sitio temporal para el animal, no una vivienda para el resto de sus días. No habría jaulas, ni animales no adoptables, tan sólo criaturas que aún no han encontrado a su humano. En nuestra asociación queríamos que todo fuera transparente, que cualquiera pueda visitar siempre que quiera, con todos los permisos legales y con una base sólida para crecer, atendiendo únicamente a los animales que pudiéramos mantener en unas buenas condiciones higiénico-sanitarias, y muy importante, animales que pudiéramos socializar para que una familia se los pudiera llevar a sus casas por el resto de sus vidas. Estábamos hartas de ver como los animales apenas duraban un mes en sus nuevas casas porque no era lo que esperaban… y en muchos casos… ¡Con razón!
Bajo esas premisas, decidimos lanzarnos a por ello hace ahora poco más de dos años. Conseguimos que una buena mujer nos cediera el uso de una casa vieja, ¡tiene más de cien años!, en la que construir nuestro albergue soñado. Han sido dos años de duro trabajo, en los que hemos tenido que aprender a picar paredes de adobe, poner malla y enfoscarlas. En los que hemos arreglado suelos, barnizado techos y muchas cosas más que hemos ido aprendiendo sobre la marcha.
A nuestro albergue aún le queda mucho para estar terminado, muchísimo, puesto que aunque hay muchas ganas, hay pocas manos y aún menos recursos. De momento tenemos casi terminada la planta baja, pero aún falta toda la segunda planta, y lo que es más importante, el tejado que hace aguas, y a día de hoy es nuestra meta conseguir los 18.000€ que nos piden para aislarlo y retejarlo, y para cambiar la mayoría de las ripias. Hemos aprendido y a día de hoy seguimos aprendiendo, a hacernos ver en las redes sociales, en intentar movernos todo lo posible en este amplio mundo de internet en el que hay demasiados estímulos para que se fijen en ti, en medio de esta crisis económica que afecta a todo el país y que hace aún más difícil que la gente quiera, o pueda colaborar con los animales.
Decidimos que nuestro albergue sería exclusivamente felino, por varios motivos. Primero, porque éstos han sido y siguen siendo despreciados y considerados una plaga a exterminar. Esta idea es fruto de la ignorancia y la falta de control sobre las colonias felinas en la ciudad. Segundo, porque en Segovia, hay otras asociaciones protectoras mucho más centrada en la recogida de perros, siendo los gatos los grandes olvidados. Y tercero, porque las instalaciones que requieren los perros para estar en las condiciones que creemos que tienen que estar, son mucho más grandes y costosas, además del tiempo para sacarlos a pasear. Aunque de todas formas, nos hemos hecho cargo de varios perros, y lo seguiremos haciendo funcionando con casas de acogida, que son personas que ofrecen temporalmente un hueco en su hogar mientras el animal encuentra su familia definitiva.
Poco a poco fuimos consiguiendo algunos socios, muy pocos en realidad para lo que necesitamos. Así que había que buscar otras maneras y a día de hoy, una de nuestras principales vías de recaudación de fondos, son la venta de lotería y calendarios, algunas rifas y realizar pequeños mercadillos en los que vendemos cosas que nos donan, o manualidades que hacemos con nuestras propias manos o nos hacen algunas voluntarias. Ponemos un puesto allí donde nos dejan, bares, fiestas, ferias y demás. Y también, hemos realizado conciertos solidarios, una masterclass de zumba, y cualquier evento para el que hemos encontrado personas que nos han donado su arte o su trabajo de manera altruista para poder recaudar fondos. Muchas veces resulta frustrante ver cómo has dedicado semanas a organizar algo, y luego la gente no responde como esperabas y acuden muy pocas personas. Ver cómo después de estar todo un día con temperaturas que rondan los cero grados, en la calle con tu puesto, vuelves a casa con veinte euros para los animales y para la rehabilitación de la casa como albergue. Claro que no siempre es así, pero sea como sea, al final cada euro cuenta, y siempre tratamos de ver el lado positivo: diez gatos que podemos desparasitar o una esterilización más o fondos para el tejado, etc. Cada céntimo va destinado a ellos, en nuestra asociación nadie tiene sueldos, y todo lo que podamos hacer con nuestras manos y las de voluntarios lo hacemos. Hay cosas como la instalación de la calefacción, que tuvimos que contratar profesionales, pero todo lo demás lo hacemos con nuestro tiempo y esfuerzo.
Hay gente que no entiende que nuestro albergue está al máximo de la capacidad actual, siempre lo está y siempre lo estará porque hasta que la sociedad no se conciencie de que un animal es un ser vivo que en concreto un gato, puede vivir hasta 20 años o más, tenemos lista de espera, y cada día nos llegan varios casos nuevos. Que no tenemos sitio para meter más animales hasta que otros no salen en adopción. Que para que los gatos que tenemos sigan sanos y sociables, hay que seguir unas pautas veterinarias muy estrictas. Cada gato que entra tiene que hacer una cuarentena de un mes, para realizar pruebas de enfermedades contagiosas sin cura, como la leucemia felina, y poder asignarle la habitación adecuada, porque nosotras no sacrificamos animales que pueden tener una vida plena y feliz aunque estén malitos. Y que cada habitación puede albergar a un número de gatos determinado por los metros cuadrados y el carácter de los que están en ella.
Que no somos una entidad pública, no recibimos ningún tipo de ayuda o subvención estatal, y que más que nos duele a nosotras, no poder aceptar más animales de los que podemos abarcar sin que les perjudique a ellos, que son el fin último de la asociación, no le duele a nadie.
A pesar de todo, hoy puedo decir, que más de ochenta gatos y varios perros, han encontrado un hogar en el que ser felices y eso es algo que no se paga con dinero. Tenemos varias voluntarias maravillosas que se turnan para limpiar el albergue y jugar y mimar a los gatos, para que todos los días de la semana estén cubiertos. Y que aunque todas tenemos un trabajo con el que sobrevivir, y el resto del día prácticamente lo dedicamos a la asociación y queda poco tiempo para la vida personal, merece la pena.